1910 – 1921
#17 | Rector Mayor
Cuadro 17: Rector Mayor
Foto del Capítulo General XI del 16 de agosto de 1910: don Pablo Albera es elegido Rector Mayor, segundo sucesor de don Bosco. En primera fila por la izquierda: don Lemoyne, don Vespignani, don Cerruti, don Bertello, don Rinaldi, Mons. Costamagna, don Albera, Mons. Fagnano, don Barberis, don Piscetta, don Munerati, don Gusmano.
La historia de Don Albera
De la primera carta circular:
Turín, 25 de enero de 1911
Queridísimos hermanos:
Sé que se espera con una cierta impaciencia la primera circular del nuevo Rector Mayor. Por mi parte, yo mismo reconozco que, apenas finalizado el Capitulo General debiera haberos informado de la elección de los Superiores y de otras varias cosas importantes relacionadas con nuestra Pía Sociedad…
1… Como hermano y amigo. Pero vosotros, buenos e indulgentes como sois hacia mi persona, me perdonaréis si cumplo con este mi deber con notable retraso. Espero que no lo atribuyáis a negligencia o carencia de buena voluntad, sino únicamente como efecto de esa dolorosa trepidación que me sorprendió al verme encima el inmenso peso de toda la Congregación Salesiana.
Tened en cuenta, no lo dudo, las graves e incesantes ocupaciones a las que por mi elección debo someterme, y que no me permitían recogerme ni siquiera un poco en mis pensamientos…
2.- La memoria de don Rua- ¿Pero cómo podría yo ponerme a escribir a mis hermanos sin recordar a Aquel que durante tantos años fue nuestro maestro y nuestro guía con el ejemplo, con la palabra y con los escritos, en el sendero de la virtud? ¿Cómo podré comenzar esta circular sin pagar un tributo de admiración y de profunda veneración al incomparable Rector Mayor que la muerte nos ha arrebatado?
Escribo estas páginas en la misma humilde habitación que durante más de 22 años fue testigo de sus heroicas virtudes. Aquí todo habla de él…en la sesión de la mañana del 16 de agosto resultó elegido como Rector Mayor el pobre abajo firmante. Es inútil que intente describiros la conmoción que se adueñó de mi ánimo en aquel momento en el que me vi, tan indigno, elevado a tan sublime y formidable cargo. Me siento como si estuviera aplastado bajo el peso de tanta responsabilidad,,, Apenas pude, corrí a arrojarme a los pies de nuestro Ven. Padre, lamentándome fuertemente con él por haber dejado caer en tan míseras manos el timón de la navecilla salesiana.
Animado por tanta benignidad me animé a pedirle alguna norma práctica para el gobierno de nuestra Pía Sociedad, y el Papá, con una dulce sonrisa en los labios respondió: ¿Y tú me lo pides? No tienes más que seguir los pasos de don Rua. Él era un santo. Haced en todo como hubiera hecho él mismo. NO OS APARTÉIS DE LOS USOS Y COSTUMBRES NI DE LAS TRADICIONES INTRODUCIDAS POR DON BOSCO Y POR DON RUA. Con todo, añadiré una palabra:-Recordad a vuestros dependientes que Aquel a quien sirven Dominus est. Tengan siempre fijos en la mente el pensamiento de la presencia de Dios, déjense guiar por el espíritu de fe, cumplan con sus prácticas de piedad y ofrezcan a Dios sus trabajos y sacrificios. Que Dios esté siempre en su mente y en su corazón.
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