1895

| DE SU CUADERNO |

#11 | Del diario de don Albera

Cuadro 11: Del Diario de don Albera

Extracto de su libreta en la que anotaba las meditaciones y conferencias, sobre todo para los hermanos.

La historia de Don Albera

31 de diciembre de 1895 escribe en su diario (que desde 1893 a 1899 está escrito en francés y tiene un formato de 9 x 13 cm.):

“El año 1895 entra en la eternidad. Para mí ha sido un año abundante en alegrías y en dolores. He podido volver a ver la casa de Marsella donde he dejado gran parte de mi corazón. De allí he ido a Tierra Santa y he quedado impresionado por la santidad de don Rua. ¡Qué piedad, espíritu de sacrificio y de mortificación! ¡Qué celo por la salvación de las almas; y sobre todo qué igualdad de humor! He visitado Belén, Jerusalén, Nazaret: ¡Qué dulces recuerdos! He podido participar en el congreso de Bologna. Guardo un recuerdo imborrable… He podido predicar los ejercicios en Francia y en Italia, ocuparme de los ordenandos y he quedado más satisfecho que en años anteriores. He escrito algunas páginas sobre Mons. Lasagna y han tenido la amabilidad de apreciarlas. Pero también el año 1895 acabó sin que me haya corregido de mis defectos más graves. Mi orgullo sigue todavía en el grado más alto. Mi carácter es todavía difícil. Incluso con el mismo don Rua. Mi piedad es siempre superficial y no ejerce gran influjo en mi conducta, en mis acciones que son todavía humanas e indignas de un religioso.Mi caridad es caprichosa y llena de parcialidades. No soy mortificado en los ojos, en el gusto, en las palabras… Las enfermedades han aumentado bastante: Puedo morir de un momento a otro en el estado en que estoy: no es una idea, es una realidad y soy consciente de ello. Quiero en este nuevo año vivir mejor, para morir mejor. Recuerdo haber dirigido a mis hermanos que se han ofrecido por medio de los votos… Me han edificad con su celo, con su devoción. Su sangre ha sellado su compromiso y yo, que he figurado como su maestro y director, en todo esto, no soy nada… María, madre mía, no permitas que tenga la vergüenza de reconocerme inferior a mis subalternos: concededme un gran amor por vos. Domina mea, numquam quiescam donec obtinuero verum amorem erga te”..

Extracto de su libreta en la que anotaba las meditaciones y conferencias, sobre todo para los hermanos:
Ciencia
La Congregación tiene un desarrollo extraordinario. El número de casas abiertas es ya muy grande y, sin embargo, no pueden atenderse ni siquiera la décima parte de las peticiones que nos llegan a diario El Superior impuso la obligación de contenerse en las nuevas fundaciones. He mandado a los de América que se frenen.
Este desarrollo, debido ciertamente a la gracia de Dios, a las oraciones de Don Bosco y de muchos hermanos o alumnos muertos en olor de santidad, nos impone a nosotros la gran obligación de corresponder a la esperanza, a la confianza depositada en nosotros. so nos debería comprometer a crecer cada día más en la virtud y hacernos más capaces de hacer el bien. Un modo de lograrlo es el de cultivar la ciencia. Tenemos necesidad de prestigio para hacer el bien a nuestros jóvenes y también para conseguir que se nos tenga caridad y se nos ayude. Para ejercer el celo, para realizar nuestra misión con la juventud debemos procurarnos cuanto más nos sea posible, la ciencia…

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